Repeticiones inútiles/
Sueña en grande no hagas nada
(2015)
“Con su terrible sentido práctico, ella (Úrsula) no podía entender el negocio del coronel, que cambiaba los pescaditos por monedas de oro, y luego convertía las monedas de oro en pescaditos, y así sucesivamente, de modo que tenía que trabajar cada vez más a medida que más vendía, para satisfacer un círculo vicioso exasperante. En verdad, lo que le interesaba a él no era el negocio sino el trabajo”Gabriel García Márquez , Cien años de soledad. 1967.
Felipe
Uribe presenta en la Galería Sketch una exposición individual luego de seis
años. La muestra que lleva por título: Repeticiones inútiles, se compone de varias pinturas y
dibujos que exploran nociones entorno a la época de la adolescencia. Un lugar
en el que la repetición y la cotidianidad pasan de ser elementos inapreciables
a verdaderos momentos de revelación. Efectivamente podríamos decir que las
alusiones a héroes, y a amores platónicos tan propios de esta edad -representados
en los diferentes óleos- se convierten en referentes individuales con capacidad
de transcender a nivel comunitario. Se trata de la potencialidad de la
intimidad colectiva en la que sus pensamientos únicos y verdaderos parecen
estar compartidos por tantos otros que experimentan la misma duda
existencialista. De esta manera cotidianidades insignificantes devienen dramas,
decisiones, sentencias vitales y definitivas.
La
exposición permite adentrarnos en la mente del artista, trasladarnos a su
propia adolescencia y descubrir sus experiencias personales moldeadas por
figuras extranjeras pero comunes. Nos
hace participes del lugar en el que el yose desata del abrigo familiar, la curiosidad llama a la puerta y pequeños
hechos van marcando sucesivamente el conocimiento del mundo adulto. Ese espacio
liminal en el que la aparente seguridad reina aunque sea totalmente maleable y
volátil; un tiempo de ensayo y error para ir conociéndose.
Detrás
de las imágenes de estrellas de rock y figuras rebeldes se esconde la doctrina
filosófica del solipsisimo propia de la adolescencia: define que el sujeto
pensante no puede afirmar ninguna existencia salvo la suya propia. Como cuando
Segismundo en su monólogo de La Vida es
Sueño[i] afirma encarcelado en el torreón que sus pensamientos son los únicos, su cabeza
es la verdad difusa y que no sabe si lo que vive es certeza o sueño. Los
estados mentales de un adolescente son los únicos, su fuerza y vigor devienen
el hilo que trenza parte de la muestra; un impulso como un tsunami: pura
potencia capaz de creer en las utopías más irreales y soñar con las ilusiones
más ciertas. De ahí la famosa
frase de Jarvis Cocker: “Why live in the world when you can live in
your head?”[ii]. O en otras palabras,
taparse la cabeza con un balde para reclamar ese lugar propio y cubrirse la
cara con numerosas capas de ropa.
A
éste compendio de piezas le siguen unos autorretratos del artista quitándose la
camiseta una y otra vez. La repetición encierra una determinada temporalidad
cíclica, en cierta manera eterna y continuada: “...el otoño es un ponerse y
sacarse pulóveres, irse encerrando, alejando.”[iii] Este simple gesto tan menudo e insignificante
como el de sacarse prendas, propio de nuestra más íntima cotidianidad aquí
multiplicado en numerosos dibujos, nos remite a lo revelador de los pequeños
detalles. Se trata de lo inútil, que merece ser buscado en los desapercibidos
gestos diarios, repeticiones obsesivas, como la de mirar durante horas la
lluvia caer o fijarse en el horizonte sin pestañear hasta que la luz del sol
desaparezca; actos mínimos alejados de la pretensión que denotan esa curiosidad
y atención creciente. Es precisamente esa repetitiva inutilidad lo que puede
mejorar al hombre. Heidegger afirmaba que lo
más útil es lo inútil, aquello que no es usable prácticamente, sino que
posee ese poder curativo que lleva al ser humano a sí mismo, el modo más
elevado de ponerse-a-la-obra,
prescindiendo de todos los manejos prácticos. Así la repetición posee ese
efecto meditativo. El dejar presenciar del presenciar mismo, perseguir esa
inercia y posicionarse ante el mundo ya no para destinar todas las horas al
trabajo sino partir de la inutilidad y el ocio como dogmas sociales y
políticos: “sueña en grande, no hagas nada”
Repeticiones inútiles nos
lleva a pasados recónditos que todos reconocemos: el momento en el que uno
crece y deja su mundo de juventud, donde todo es posible, para adentrarse en la
racionalidad y el olvido de lo que una vez fue un impulso. Igual que Úrsula
quizás no entendamos esta regresión al pasado, este hacer para deshacer, pero a
medida que avancemos por la galería acabaremos imaginando pescaditos de oro sin
camiseta recordando lo que una vez soñamos.
[i] Calderón de la Barca, La Vida es
Sueño. 1635.
[ii] Pulp, Monday morning, Different Class.
1995.
[iii] Julio
Cortázar, No se culpe a nadie, Final del juego. 1965.